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Viernes,10 de octubre de 2008.
OPINIÓN
El Raspeig nº 373 - 26-septiembre-2008 / Opinión
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Incredulidad, miedo, indignación

Mi madre tiene 65 años, y cuida, sola, porque es viuda, de mi abuela de 100 años en una casa de Haygón, en el Paseo de las Azucenas. Es una mujer abierta y valiente que está siendo sometida a escarnios y humillaciones continuas. Frente a su domicilio la Asociación de Vecinos instaló un campo de fútbol donde todas las tardesnoches (hasta las 24 h) vienen grupos de jóvenes a jugar. Ana Cuerdo Alonso, hija de Felicidad Alonso Casado, y nieta de Candelas Casado..

Mi madre tiene 65 años, y cuida, sola, porque es viuda, de mi abuela de 100 años en una casa de Haygón, en el Paseo de las Azucenas. Es una mujer abierta y valiente que está siendo sometida a escarnios y humillaciones continuas. Frente a su domicilio la Asociación de Vecinos instaló un campo de fútbol donde todas las tardesnoches (hasta las 24 h) vienen grupos de jóvenes a jugar. Se les instaló focos, pero se les olvidó instalar correctamente redes. Consecuencia: cada tarde mi madre recibe varios balonazos en su domicilio, que destrozan macetas, plantas, y suponen un peligro para mi abuela y ella misma. A nadie le importa, menos aún a esas hordas juveniles que sólo piensan en sus derechos. Pero esto no es lo peor. Tras el balón llegan los timbrazos, continuos, insistentes, y sin un ‘por favor’, palabra que desconocen, para que mi madre (a la que nadie ha contratado de recoge-pelotas, y no lo olvidemos, tiene una persona muy mayor a su cargo) les dé el balón. Si no sale, ¡se saltan la valla y allanan la casa buscándolo! Al principio abría y devolvía, cuando podía, pero llegó un momento en que, al ser continuo, decidió no hacerlo porque, si no, toda la tarde debería dedicarla a ello. Consecuencia: más timbrazos, más allanamientos, insultos, amenazas. La gota que colmó el vaso ocurrió el pasado 18 de septiembre, sobre las 20.30: Mi madre paseaba con mi abuela centenaria del brazo en el porche cuando les pasó cerca tremendo balonazo. Inmediatamente timbrazos. Mi madre no podía dejar a mi abuela, así que las hordas comenzaron a aporrear la puerta de hierro, a zarandearla. Varios comenzaron a asomarse por la valla. Mi madre metió a mi abuela dentro de casa y salió a decirles que ya sabían que no iba a darles el balón. Entonces, avisados por móviles, se congregaron delante de la casa de mi madre una marabunta de jóvenes (chicas y chicos) que comenzaron a aporrear la puerta, insultarla (¡vieja!, ¡amargada!, ¡bruja!), lanzar botes y a amenazarla (¡te vamos a amargar la vida!, ¡te vas a enterar!). Mi madre llamó al 112 y le remitieron a la Policía Local de San Vicente, que cuando llegaron llamaron al timbre y, sin más, le pidieron la documentación a mi madre, rodeados de las decenas de jóvenes que eran testigos del tratamiento y veían dicha actuación policial. Mientras uno fue a comprobar los datos, el otro le dijo: "¿Les va a devolver el balón?" Mi madre, incrédula, les dijo que les había llamado porque temía, como podían ver, por su seguridad, y el policía la sermoneó sobre que "Señora, son jóvenes" (¡y mi madre es una señora de edad que tiene a su cargo a otra de 100, y necesitan estar seguras y tranquilas en su casa, no piden nada a nadie!), "Señora, usted no puede no darles el balón (claro, tiene tiempo de sobra para hacerles de recoge-balones), si está disconforme, envíe un escrito bla, bla, bla...". Y todo esto rodeados de los jóvenes que veían cómo así se reforzaban sus actitudes matoniles.

Dejo que ustedes saquen sus conclusiones acerca de cómo se está yendo por el sumidero el conjunto de valores, fundado en el respeto, que salvaguardan una sociedad saludable. ¿Qué está pasando para que no importe ya la seguridad de una anciana de 100 años? ¿Por qué es más importante el derecho lúdico sin límites de unos jóvenes que la seguridad de un bebé que puede estar acostado en el porche, como ha ocurrido estas vacaciones? ¿Por qué la Policía Local de San Vicente no protege a los que claramente son víctimas, y viene a reclamar ¡un balón! de forma prioritaria? Espero que el Ayuntamiento ponga remedio a todos estos desmanes, que no tengamos que lamentar daños, porque estos chavales están dispuestos a todo, y que los padres eduquen a sus hijos en el respeto al otro, también.

Mi madre siempre me tendrá a mí para hacer valer sus derechos legítimos allá donde haya que llegar.
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