La calle Pintor Picasso siempre ha sido sinónimo de movimiento, ejemplo de dinamismo y factor clave del desarrollo económico de la localidad. Desde principios del siglo XIX, cuando la localidad apenas contaba con cinco mil habitantes, este vial ha dado empresarios, comerciantes, profesionales o artistas que han colaborado en la prosperidad del municipio y llevando, incluso, el nombre de la localidad por el resto de la provincia y el país.

Las primeras referencias documentales que existen en torno al nombre de la vía, provienen de un protocolo notarial fechado el 4 de marzo de 1801 en el que un vecino de la feligresía de San Vicente, Mariano Beviá, compraba una casa en la calle Alicante, primer nombre conocido de la actual Pintor Picasso. La familia Beviá se dedicaba a la construcción de carros y tenía la consideración de importante en el pueblo.

La calle Alicante era junto con la calle Mayor la que más vecinos reunía en sus moradas. En 1844 –ya alcanzada la segregación del municipio de Alicante desde 1836- se constata por la documentación consultada que treintaiún vecinos pagan la contribución al ayuntamiento. En esos años, en dicha vía, habitan personas que resultan claves para el desarrollo económico del municipio. Entre éstos encontramos a Victoriano Aracil –agrimensor- , José Barberá -un tejedor- o Juan Fuentes que contaba con negocios relacionados con el transporte. Sin duda, el final de la calle, que actualmente confluye con Ancha de Castelar, era la entrada al pueblo en el siglo XIX, y la necesidad de transportar bienes a la capital, hacían de la, por entonces, calle Alicante un lugar idóneo para situar este tipo de servicios. El principal destino del servicio de transporte mediante carros fue el muelle del puerto de Alicante, al que se trasladaban productos autóctonos como salazones o vinos, entre otros muchos productos. Los carros, de madera, y su producción, y conservación, dieron origen a una incipiente actividad de manufactura de la madera en la localidad.

Precisamente, dentro de este sector económico –que supuso, a la postre, una industria artesanal característica en la localidad- aparece, a caballo entre el siglo XIX y el XX, el taller de Pepico Anastasio, carpintero él, situado en la mitad aproximada de la todavía calle Alicante. De todas formas abundaba las tiendas dedicada a la distribución de comestibles como la tienda de Mela, negocio propiedad de la familia Pastor y situada justo en la entrada del pueblo, la tienda de Ana Urios o la tienda de Lucia, ubicadas ambas en la zona media de la calle. Precisamente, la última comerciante referida fue madre de Ramón Orts, a la postre el primer alcalde de la II República en la localidad.

Hacia finales del siglo XIX se tiene constancia de la existencia de algunos comercios que perduran durante el siglo XX e incluso permanecen en la actualidad, caso del estanco o la farmacia. Son particularmente reconocidos por los que disponen de la memoria más en forma el estanco de Molina, situado en el número dos de la calle, establecimiento adquirido a finales del siglo XIX por Juan Torregrosa Molina “Joanet el Roig”, sobrino del anterior propietario y que trasladó a un local situado en la fachada de enfrente del emplazamiento original.

Un caso similar puede decirse de la farmacia de Savall, la primera que se estableció en el pueblo. El farmacéutico titular que precedió a los Savall fue Boix quien se la transfirió en la última década del siglo XIX a Vicente Savall Pascual, de ejemplar trayectoria humana y profesional que le convirtió en una personalidad en la localidad y cuyo recuerdo quedará por siempre a salvo al haber dado nombre a una de las avenidas con más proyección de la parte oeste del núcleo urbano sanvicentero.

Y con el fin del periodo republicano está vía agotó su época con el nombre de calle Alicante para convertirse con el advenimiento de la dictadura en la calle José Antonio Primo de Rivera, denominación que mantuvo hasta la llegada del actual periodo democrático y que cambió por el nombre del ilustre y célebre artista vasco, el Pintor Picasso. Antes de la Guerra Civil también recibió el nombre de Cánovas del Castillo y Fermín Galán.

Pero ya que hablamos de personalidades, retomemos a aquellas genuinamente locales. En esta calle vivió el músico más importante de la historia de la localidad, Vicente Lillo Cánovas, trompetista y uno de los principales especialistas europeos en armonía.

Del mundo de la política local podemos destacar a Mariano Carbonell –el último alcalde de la etapa franquista- o empresarios como “Juan el del Oli”, importante comerciante del aceite. También la calle ha conocido varios concejales, como José Rodríguez “Pepito el del estanco” y Teodoro Mira, ambos ediles en los últimos años del franquismo. Estos dos últimos han tenido una más que relevante actividad profesional vinculada a la calle Pintor Picasso. El primero como regente del popular estanco a la entrada de Pintor Picasso, el segundo ejerciendo una importante labor sanitaria como practicante, desarrollando su labor, entre otros ámbitos, en la fábrica de Valenciana de Cementos.

Juan Manrique fue otro de los profesionales que vivió en esta calle que gozó de un gran prestigio. Siendo profesor de Bellas Artes, fue quien diseño la fuente de la Plaza de Los Luceros en Alicante, al igual que el palacio de la Diputación Provincial.

Muchos de los que pasan por la actual Pintor Picasso habrán reparado en la casa situado en el número 42. Allí vivió uno reputado médico especialista de pulmón y corazón, Julio Montoyo Urios, nacido en la primera década del siglo XX, que puso consulta en Alicante, no sin salvar en la localidad numerosas vidas de sanvicenteros con la salud maltrecha por los estragos de la postguerra.

A lo largo de este reportaje se ha hecho referencia a actividades de variada índole, ejercida por comerciantes, empresarios, artistas y profesionales, todos ellos con gran repercusión en la vida del municipio. Pero el tiempo de los negocios tras prolongados horarios dejaba su paso a los momentos de asueto, de distensión, de ocio. En este terreno, quien se llevó todos los reconocimientos fue el Teatro Cine Principal –propiedad de la familia Castellóque comenzó su labor de entretener a miles de sanvicenteros desde principios del siglo XX. En él, antes del inicio de la Guerra Civil, se escenificaron obras de diferentes géneros teatrales e incluso disfrutó de la visita de la célebre actriz catalana Margarita Xirgú en los años veinte, quien llevó a los principales teatros del país las obras de García Lorca y Valle Inclán. En años sucesivos, y ya con la dictadura instalada, este recinto se dedicó exclusivamente en la proyección de películas cinematográficas, disponiendo de dos salas para ello y cuyo uso se alternaba en función del cambio de estación.

El Principal cesó en su actividad a mediados de la década de los años ochenta del siglo pasado.

A partir de los años sesenta y coincidiendo con la etapa del desarrollismo económico en el país la calle comienza a crecer en número y variedad de comercios. De la veintena de comercios que se contabilizan a mediados de los ochenta, la cifra se duplica al medio centenar de los que dispone en la actualidad. El futuro, además, es prometedor ya que Pintor Picasso se convertirá en el centro de servicios administrativos cuando se inaugure el nuevo ayuntamiento antes de que finalice el presente año.